Era cómo un ave, amaba la libertad, extendía sus alas y volaba en círculos, subía, baja, iba y venía, pero siempre regresaba al nido. Un día de regreso de un pequeño viaje se encontró con la rama, que sostenía su nido, rota y de su hogar no quedaba nada. Tenía muchos sitios a donde ir pero no uno a donde volver, se derrumbó en el suelo y soltó a llorar, sus plumas sé convirtieron en escamas y estas, a su vez, en piel, sus piernas no podían sostener el peso de la pérdida, incada en el suelo soltó llorar todas la lágrimas que pudo, se puso en pie y sola se condenó a caminar como un humano solitario, sin sueños por ir o volver a ningún lugar, por el resto de su vida, aunque, de vez en cuando le gustaba subir a lo más alto de la ciudad, extender los brazos, dejar que el viento la despeinara y recordar que alguna vez fue un ave que subía y bajaba, que iba y venía, con un cálido nido a donde siempre regresar.
Me gusta pensar que soy una persona fuerte, soy alguien que no puede ocultar sus emociones y en general considero tener la imagen de una persona segura a la que la opinión de los y las demas le da igual. Pero a veces algo pasa en mi careta, en la imagen que tantos años me ha costado construir. Aparecen en mi vida los lugares de agua ¿Y eso que significa? En esos lugares, no sé porqué, cuando me enojo en lugar de hacer un escándalo monumental y poner mis "ojos furiosos" me pongo a llorar como si me hubieran hecho la peor de las ofensas. Y por más que trato de controlarme, no hay manera de frenar las lágrimas. Esto me ha pasado en dos espacios, que se parecen en ser sitios extremadamente calidos, me ha pasado cuando de una u otra menera siento que pierdo el control de las situaciones, aunque sin este último factor debo agregar que el simple hecho de que al llegar estos espacios se me revuelve el estomago. Eso no tengo cómo explicarlo Entonces surge la duda, s...
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