Hace tiempo escribí algo para otra bruja una bruja rebelde, ella estaba en una disyuntiva y al final decidió no dejarse llevar por la tentación de pasear bajo la lluvia, pero al menos queda este recuerdo:
La tentación y el deseo son como la lluvia y los charcos, tratas de evitarla, sabes que te hace mal, no quieres arriesgarte a mojar la orillas de tus pantalones, saltas y lo evitas a pesar de ser consciente de que es divertido.
Saltar sobre los charcos es una
actitud infantil, salvaje e instintiva, te hace pasar momentos muy felices y ríes a carcajadas, eres pequeño otra vez, pero por el bien de otros y
por ti debes evitarlos, a veces es difícil resistirse y te dejas
llevar por el agua corriendo por tus mejillas o entrando helada
dentro de los zapatos y sintiéndote un niño que se aventura a algo
nuevo, el problema viene cuando llegan las consecuencias, te enfermas
y el frío te cala los huesos...
Sabes que será divertido, que
probablemente lo disfrutarás, pero también sabes que hay un después
que quizá no sea tan divertido o quizá si...
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