Era cómo un ave, amaba la libertad, extendía sus alas y volaba en círculos, subía, baja, iba y venía, pero siempre regresaba al nido. Un día de regreso de un pequeño viaje se encontró con la rama, que sostenía su nido, rota y de su hogar no quedaba nada. Tenía muchos sitios a donde ir pero no uno a donde volver, se derrumbó en el suelo y soltó a llorar, sus plumas sé convirtieron en escamas y estas, a su vez, en piel, sus piernas no podían sostener el peso de la pérdida, incada en el suelo soltó llorar todas la lágrimas que pudo, se puso en pie y sola se condenó a caminar como un humano solitario, sin sueños por ir o volver a ningún lugar, por el resto de su vida, aunque, de vez en cuando le gustaba subir a lo más alto de la ciudad, extender los brazos, dejar que el viento la despeinara y recordar que alguna vez fue un ave que subía y bajaba, que iba y venía, con un cálido nido a donde siempre regresar.
Espacio donde una aspirante a escritora se desahoga